Por: Ginnie Dorado Zarate
Directora General THINK TALENT
Cuando hablamos sobre el Techo de Cristal es típico hablar de aquello que ayuda a romperlo en las empresas como:
Programas de Mentoring y Coaching.
Creación de Comités de Equidad de Género.
“Consejos de Mujeres de Negocio” (Women Business Council).
Programas de Acompañamiento Directivo.
Creación y maduración de programas de Liderazgo.
Identificar, participar y conseguir Certificaciones en Equidad de Género.
Incentivar iniciativas de paridad de género a nivel nacional.
Continuar movilizando a la opinión pública para influir en las agendas nacionales.
Pero poco se habla que para romperlo primero debemos de estar consientes que existe, y que el techo de cristal varía por persona, en función de sus experiencias personales, familiares y sociales. Es decir, la mochila de vida.
Como coach lo denomino, la autoconciencia de la sombra que cada uno de nosotros tenemos, aquello que nos hace dudar sobre nuestras capacidades, que a veces saca la peor versión de uno mismo. Y que te hace contarte historias limitantes sobre el ¿Por qué no se puede alcanzar algo? ¿Por qué no somos tan buenos o suficientes?, así como la lista interminable de buenos ejemplos del “cómo no”.
Lo anterior no solo se queda en pensamientos, sino incluso te hace desarrollar algunos comportamientos como incapacidad para poner límites, decir no, pedir ayuda; así como tratar de tener todo bajo control, dejando fuera la capacidad de delegar y confiar en otros. Y si además le ponemos el aderezo de las creencias sociales como ciertos roles esperados de cada género:
Maternidad, Hogar, Cuidado de otros: propio del género femenino.
Proveeduría y seguridad económica: propio del género masculino.
Pero poco se habla que para romperlo primero debemos de estar conscientes que existe, y que el techo de cristal varía por persona, en función de sus experiencias personales, familiares y sociales. Es decir, la mochila de vida.
Lo importante no solo es auto reflexionar de qué tamaño es el techo de cristal de cada uno, sino hacerse cargo de romperlo, y estar alerta que cada vez que se rompa, es posible que se vuelva a crear, y que esta gestión se haga en el menor tiempo posible.
Y aunque seas la persona más preparada, y hayas roto varios techos de cristal no estás exento a que te vuelvas a topar con ello, te lo dice quién hace un par semanas se topo con el suyo, se vulneró, reflexionó, identificó cuales historias limitantes estaban detrás de ello, pidió ayuda a su red más cercana (pareja, colegas, equipo de trabajo), se permitió atravesar el error, aprender y volvió a romper su última versión del techo de cristal.
Y tú, ¿de qué tamaño es tu techo de cristal?, ¿ya sabes que lo crea?, ¿a quién le pedirás ayuda para romperlo?
Última Reflexión: el techo de cristal será únicamente del género femenino, o será parte de la esencia humana como observadores de vida diferentes e irrepetibles.
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